Mirar la libertad con ojos de Botticelli

El nacimiento de Venus

Siempre he pensado al ver el Nacimiento de Venus, cómo se hubiera sentido la protagonista si hubiera cobrado vida. Imaginároslo. Finales del siglo XV, Quattrocento, primer desnudo desde hace mucho tiempo, (desde el año 450 d.C. en la época clásica de Grecia y Roma, en la que ya aparecían Venus púdicas), resurge en Florencia un ideal clásico dormido durante la época medieval, pero nunca olvidado. La diosa pagana de la fertilidad y del amor, aparece gracias a las pinceladas de Sandro Botticelli totalmente humanizada, aunque idealizada, eso sí. 

Como tod@s sabéis, el Renacimiento se caracteriza por lo que indica la palabra precisamente, por el renacer de lo clásico. Y Venus, o Afrodita para los griegos, recuerda casi totalmente a las esculturas clásicas. Y digo casi, porque fijaros en el cuello o en los hombros, son muy exagerados, muy ancho y largo el primero, y excesivamente caídos, los últimos. Pero, ¿qué importan estos detalles, cuando el concepto de libertad del artista y en consecuencia de la obra en si, está en lo más alto?
Creo que si Venus hubiera cobrado vida, hubiera dicho: “Aquí estoy yo. ¿Me veis? Soy una mujer, como podéis comprobar bella por fuera, pero mucho más bella por dentro, con mucha personalidad, inteligente, y que además me hago respetar.” Ahora pienso que, en el fondo esta pintura siempre me ha atraído por este motivo. Pero la vida está llena de interpretaciones, y la mía no tiene por qué ser la tuya. Aunque, hoy vamos a desarrollar la de una servidora, si me lo permites.

¿Qué veo?

La pintura que me dispongo a presentar, de tema mitológico muestra la llegada de la diosa Venus a la costa. Se dice que a una de las islas sagradas del Egeo y que podría ser Creta. Pero, como he dicho anteriormente, no voy a escribir todo lo que se dice sino lo que yo veo o percibo. Puede que diga barbaridades, pues soy sólo una aficionada en esto del arte, así que estáis avisad@s. Allá voy. 

Lo primero que veo en una de las pinturas profanas más representativas de Botticelli, junto a La Primavera, es a Venus, en el centro de la composición, ligeramente inclinada hacia la derecha, acercándose a una de las Horas de la Primavera, que intenta tapar a la divinidad con un gran manto floreado. La diosa del amor, apoyada en una concha (símbolo de fertilidad) en una postura de pies un tanto difícil, se tapa con las manos y el cabello púdicamente, mientras su mirada perdida acompaña un rostro de rasgos serenos y relajados. A su derecha, vemos a Céfiro, dios del viento y a Aura, la brisa que la impulsan suave y sutilmente hacia la orilla.
Identificados todos los personajes de la obra, quisiera remarcar una serie de aspectos más formales que creo que pueden ayudar a completar el análisis de esta pintura, y es la manera de dividir el cuadro en dos planos, siendo la misma Venus quien separa, y el triángulo invisible que se forma entre los personajes de los dos extremos y la base de la obra. Cómo podéis ver, el paisaje a penas adquiere protagonismo, muy plano y simple, sin perspectiva, con la función única de decorar. También es destacable la contraposición en los colores, azules y fríos con otros más dorados (toques de luz) y cálidos. 

A simple vista, y en contrapposto de nuevo con el estatismo del paisaje de fondo, la ondulación del pelo y su movimiento causado por la brisa, los personajes alados y los pliegues en las ropas fruto de la fuerza del viento, hacen de esta obra un ejemplo de ligereza y levedad importante. La pintura está repleta de simbolismos y de otras interpretaciones que han ido plasmando expertos, pero que como decía anteriormente, no es ni mucho menos mi cometido hoy, aquí.

¿Qué siento al verlo?

Una vez he analizado muy por encima lo que veo y aspectos más formales, paso a describir lo que me transmite la obra, lo que me hace sentir al verla. La verdad es que el renacer de lo clásico, las ideas neoplatónicas: belleza, amor y verdad, están en mi pensamiento cuando admiro, valga la redundancia, tal belleza pictórica. Pero voy a profundizar en lo que me hace sentir, sin tener en cuenta, si Venus nació como dijo el poeta Hesíodo de la espuma del mar, cuando Cronos le cortó el miembro de la procreación a su propio padre, Urano y lo arrojó al mar. O de si el título es erróneo, porque realmente no se plasma el nacimiento de Venus, sino su llegada a tierra firme. 

No sé por qué motivo exactamente, pero este cuadro me relaja y de hecho, cuando lo vi por primera vez en la Galería de los Uffizi en Florencia, estuve muchos minutos contemplándolo, a la vez que sentía los pasos de la gente detrás de mí, gente que ya tenía suficiente echándole sólo un vistazo. ¿Por qué me relaja? ¿Por qué me hace sentir bien? Pues no lo sé. Cuando se trata de emociones, lo primero es el sentimiento, luego si le dedicas tiempo, la cabeza. Me relaja, lo cual significa que me gusta, me apacigua, me hace abstraerme de la realidad, me serena, me hace olvidar lo negativo, lo que me perturba, ¿pero por qué? Siento protección (el manto), verdad y naturalidad (desnudez, aunque púdica, pero desnudez al fin y al cabo para la época), ayuda y guía (de Céfiro, Aura y la Hora hacia Venus) y belleza, ¡por qué no!, tanto en las flores, como en la misma diosa, que como hemos dicho anteriormente, ha sido idealizada por el artista. Todo lo que acabo de enumerar como sentimientos, están en lo más alto de mis principios y escala de valores. 

Por otro lado, me siento identificada con la protagonista, en tanto que nace (el nacimiento ha sido siempre para mí y ahora todavía más, algo maravilloso de la vida, casi milagroso), pero sobretodo me veo reflejada en su mirada perdida, como haciendo ver que está pero no está, físicamente sí pero igual su pensamiento no, y así soy yo a menudo. Sin dejar aún a la diosa, es una atrevida, o mejor dicho su creador por mostrarla en ese siglo sin ningún paño, mostrándola tal cual vino al mundo. Y ya de manera más secundaria, siento pasión por el mar y todo lo referente a él, así como por lo botánico, considerando la jardinería como uno de mis hobbies. Y la verdad es que, poco más me transmite esta grandísima obra. Igual es mucho o poco, todo es relativo, según quien lo lea.

Libertad

Antes de acabar mi primer gran intento de análisis artístico, así como de reflejar mis emociones al admirar tal obra maestra, quisiera dar de nuevo paso a un concepto muy pervertido actualmente bajo mi parecer, como es el de la libertad. Botticelli fue un artista libre al atreverse con la desnudez en una diosa, convirtiendo lo sagrado en pagano o profano, y a la vez transmitiendo esa libertad, personificándola en la protagonista de la composición, que es Venus, la diosa del amor. 

Ese sentimiento, ¿lo contagió el pintor a través de su obra a otros espectadores de su época o posteriores? Y ese concepto de libertad, ¿existe aún hoy en día? Habrá evolucionado, por lógica. Para bien o para mal. Eso ya te lo dejo a ti y a tu pensamiento. Voy a indagar más sobre el valor de libertad y espero poder aclarar dudas en mi siguiente post.

Comentarios

  1. No sé si hoy en día "la libertad" tiene el sentido que debiera, en cualquier caso, en nuestros blogs somos libres de sentir y vivir a nuestro modo.
    Un post muy interesante amiga.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡Estoy en Bloguers!