La Luna: mitología

Si me seguís, ya sabéis de mi admiración por la Luna. En la entrada dónde os hablé de ella, ya os avancé que me llamaba mucho la atención todo el tema mitológico que rodea a nuestro único satélite natural. 

Por eso, hoy os traigo una serie de historias para saber más de “nuestra diosa”. Sin, Selene, Artemisa, Thot, Diana, Venus, Coyolxauhqui, Máni, Tsukuyomi. Todas ellas, como he dicho diosas, o dioses, depende. Todas ellas lunas. Todas ellas mitología. Mesopotamia, Grecia, Egipto, Roma, Mexico, países nórdicos, Japón. 

Si os parece nos centraremos sólo en dos, ya que quien mucho abarca, poco aprieta; o eso se suele decir.

Selene

Inevitable pensar en la marca de ropa interior del mismo nombre. ¿Sabéis cuál os digo, no? Personalmente me gusta mucho. Aunque ignorancia mía, no sabía de la relación con la divinidad. Ahora entiendo muchas más cosas. Debió ser una diosa griega muy deseada, al menos por las varias historias de amor que tuvo con otros dioses, también griegos claro: Zeus, Pan y Endimión. Con el primero tuvo una hija, Pandia, que por el nombre podría ser hija del segundo, el dios Pan, pero no. Y con el último, Endimión tuvo 50 hij@s, casi nada. 

Selene es representada siempre como una mujer joven y bella, de piel pálida. Actualmente, ser pálida como que no te hace ganar puntos, lo dice una servidora de piel clarita. Aunque tampoco te hace perderlos, los puntos digo. Bien, qué más darán los puntos, vamos a lo que vamos. La diosa de la que os hablo conduce de noche por el cielo, un carruaje plateado tirado por dos caballos. 

¿Necesitáis más referencias a la Luna? También la podemos ver montando un caballo o un toro, vistiendo túnicas, con media luna en la cabeza y una antorcha. Fue hija de los titanes Hiperión y Tea, y sus hermanos eran Helios, dios del Sol y Eos, diosa de la Aurora. El vocablo Selene está conectado con el término griego “selas”, luz. 

Si aún no la relacionáis con la Luna, apagad e iros, o irse! como diría alguna. Creo yo que tendrá algo que ver con la luz que desprende la Luna e ilumina nuestro planeta llamado Tierra, y que como se ve, en tiempos remotos lo habitaron seres divinos.

De los amoríos mencionados anteriormente, el más sonado y conocido fue el último, con Endimión, pastor de Caria, región histórica situada al suroeste de la actual Turquía. El pastor se encontraba en la región de Latmos, también en la Turquía de ahora, cuidando de su rebaño. Estaba cansadísimo, así que decidió parar y descansar en una gruta. 

Selene, que cabalgaba surcando el cielo nocturno pero claro, pudo advertir el joven dormido en la cueva gracias a la luz de la luna. Sólo verlo se enamoró de él, así que descendió y mientras la luna iluminaba la caverna, la diosa lo besó en los labios, despertándolo, cómo no! 

Al abrir sus ojos, Endimión pudo ver una diosa brillante. Nació allí un amor verdaderamente apasionado. Pero Selene no había terminado su trabajo. En seguida, subió al Olimpo a pedirle al dios Zeus que por favor le concediera un deseo a su amado. Zeus accedió y Endimión pidió ser joven eternamente y dormir, también eternamente, cosa que no entiendo, ¿para qué quiere ser joven entonces? Ah, bueno si, esperad que falta la otra parte del deseo. 

Endimión pidió despertar solamente cuando bajara Selene del cielo. Hay varias versiones en cuanto a los hijos que tuvieron. Algunas fuentes dicen que fueran hijas, otras hijos. Se dice que Naxo fue uno de esos 50, el héroe de la isla de Naxos, isla griega situada en el mar Egeo.

Tsukuyomi

Dios lunar japonés formado por la combinación de palabras “tsuki” luna y “yomi” lectura. Fue hermano de la diosa del Sol, Amaterasu y del dios de la Tormenta, Susanoo. Se dice que fue uno de los tres hijos nobles que nació cuando Izanagi (dios creador de la primera tierra de Onogoro-shima, el sintoísmo la sitúa en la isla Awaji) disfrutaba de un baño de purificación, en el justo momento de frotarse su ojo izquierdo. 

Otras versiones dicen que Tsukuyomi nace de un espejo de cobre blanco, que Izanagi tenía en su mano izquierda.

Vayamos al mito. Hay varias versiones. La de más peso explica que Tsukuyomi, durante una fiesta asesinó a la diosa de la comida, Uke Mochi (seguro que habéis probado los mochis de postre o de no postre...). 

¿Móvil del asesinato? El dios lunar le pide comida y la diosa, de muy malas maneras se la saca del ano, de la boca y de la nariz. Eso enfurece tanto a Tsukuyomi, que la mata. Parece una historia trágica, pero cabe añadir que todo lo contrario. La muerte de la diosa fue muy positiva para mucha gente, ya que de sus ojos surgió el arroz, de sus orejas el mijo, de sus genitales el trigo, de su recto la soja y de su nariz, las judías pintas. 

Desde ese día trágico o no, según quién lo mire, Amaterasu, recordemos la hermana de Tsukuyomi, diosa del Sol se enfada muchísimo con él por lo que ha hecho y comienza a distanciarse y huir de él. De ahí que la luna y el sol salen en distintos momentos, siempre separados, nunca juntos. 

Hay otra versión que dice, que en verdad quien asesinó a la diosa de la comida no fue el dios lunar, sino su hermano Susanoo, dios de la Tormenta.

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Fuentes que he consultado para desarrollar esta entrada:



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