Pasos que vienen
Con sigilo y ternura
A darme un beso
∞∞∞∞
Besarte quiero
Y que no pase el
tiempo
Mientras sucede
Dos de mis haikus, para
ratificar lo que a diario te demuestro. Porque el día lo merece. Porque tú lo
mereces, siempre. Felicidades a tod@s aquell@s que disfrutáis de un amor
respetuoso y auténtico, como el nuestro. Actualmente, muchísima gente se cansa
en seguida del otro o no está dispuesto a “aguantar” a penas nada. En días cómo
hoy, me acuerdo mucho de esas parejas de ancianos, que aún se ven pasear por la
calle de vez en cuando, cogidos de la mano o dándose un beso. Cuando sucede, mis
ojos brillan emocionados. Qué cursi! Como el amor. Dicho está: Feliz San Valentín!
Pero el post de hoy no
va de amor. Me lo reservo para el siguiente. Aviso para navegantes: se aproxima
una de arte, que ya tengo ganas. Dicho esto, hoy os quiero hablar de un tema
que he reiterado varias veces ya en anteriores entradas, y se trata de mi
preocupación por la gran crisis de valores que estamos presenciando día tras
día. En definitiva, me gustaría poder dar soluciones a la incapacidad de vivir
de manera moralmente adecuada y correcta.
¿Qué pasa últimamente con la personalidad, la inteligencia y la cultura moral? Parece que no existen. Hoy vengo a darles visibilidad.
¿Qué pasa últimamente con la personalidad, la inteligencia y la cultura moral? Parece que no existen. Hoy vengo a darles visibilidad.
No noto en mi día a
día que nadie piense la educación moral. Me refiero a que, aparentemente nadie
se para a pensar sobre su propia vida, cómo dar forma a su existencia. Ahora se
vive, así tal cual, sin más. Término relativo donde los haya, el de vivir.
¿Alguien se plantea esa pregunta en el siglo XXI? La necesidad de decidir cómo se quiere vivir. Ahí es dónde encontramos el origen de la moralidad y el núcleo de la educación moral. ¿Para qué educar moralmente? Para educar hij@s, niet@s, sobrin@s, alumn@s buen@s, hace falta motivar el desarrollo de la inteligencia moral, ayudar a adquirir la cultura moral necesaria, para afrontar de manera autónoma y con el diálogo, aquellas situaciones que suponen un conflicto de valores o una controversia moral, de manera que se pueda vivir más justa, solidaria y felizmente.
Se nos llena la boca diciendo: deseo la paz en el mundo, que no haya guerras, vivir tranquilo, que los pobres no pasen hambre, …, pero te olvidas que para ello, los demás y tú debéis reflejar una personalidad perfectamente construida, en base a unos criterios morales.
La educación moral abarca diferentes modelos: transmisión de valores, concepción relativista, construcción de la personalidad moral, … En esta última voy a centrarme hoy. Os voy a enumerar y definir las diferentes dimensiones que conforman la personalidad moral:
“¿A dónde quiero
orientar mi vida?”
¿Alguien se plantea esa pregunta en el siglo XXI? La necesidad de decidir cómo se quiere vivir. Ahí es dónde encontramos el origen de la moralidad y el núcleo de la educación moral. ¿Para qué educar moralmente? Para educar hij@s, niet@s, sobrin@s, alumn@s buen@s, hace falta motivar el desarrollo de la inteligencia moral, ayudar a adquirir la cultura moral necesaria, para afrontar de manera autónoma y con el diálogo, aquellas situaciones que suponen un conflicto de valores o una controversia moral, de manera que se pueda vivir más justa, solidaria y felizmente.
Se nos llena la boca diciendo: deseo la paz en el mundo, que no haya guerras, vivir tranquilo, que los pobres no pasen hambre, …, pero te olvidas que para ello, los demás y tú debéis reflejar una personalidad perfectamente construida, en base a unos criterios morales.
La educación moral abarca diferentes modelos: transmisión de valores, concepción relativista, construcción de la personalidad moral, … En esta última voy a centrarme hoy. Os voy a enumerar y definir las diferentes dimensiones que conforman la personalidad moral:
Conciencia moral
La que nos pone en relación
con nosotros mismos y nos hace responsables de nuestras acciones. Como si se
tratara de un juez interno, que evalúa y sanciona la corrección o incorrección
de la propia conducta.
Juicio moral
Capacidad de
diferenciar aquello que está bien de aquello otro que está mal, aportando
argumentos. Adquirir criterios, formarse opiniones razonadas sobre lo que se
tiene que hacer (bien).
Empatía
Como ya sabéis, es la
capacidad de ponerse en el lugar del otro, relativizar el propio punto de
vista, comprender sentimientos, razones y motivaciones de otras personas. Así,
la moral requiere la capacidad de ver las controversias desde más de una
perspectiva. Una empatía insuficiente puede ser la causa de juicios y acciones,
poco defendidas desde principios morales, como la igualdad y la justicia.
Autoestima y Autoconocimiento
Actitud que se tiene
con uno mismo: habitual manera de pensar, sentir y comportarse. En definitiva,
la experiencia de sentirte a gusto o a disgusto con tu propia manera de ser. El
sujeto con un autoestima positiva se acepta tal y como es, y tolera y asume de
forma realista sus defectos. En cambio, cuando el individuo no confía en él
mismo, tiende a amargarse y abandona cualquier expectativa de éxito. Tanto el
autoestima como el autoconocimiento, son aspectos clave en la formación de la
personalidad moral.
Autorregulación
Control de uno mismo.
Capacidad de autodirigir la propia conducta. Autonomía moral. El sujeto se
convierte en objeto de reflexión y en ámbito de intervención. Modifica su
conducta, la intenta regular y la orienta de acuerdo a sus propios criterios
morales.
Sentimientos y emociones morales
Sentirse afectados por
los problemas de los demás y ser capaces de expresar y transmitir por ejemplo, indignación,
compasión, compromiso, responsabilidad, culpa, vergüenza, orgullo, … Este tipo
de sentimientos impregnan, condicionan y posibilitan capacidades como el juicio
moral, la comprensión, la toma de perspectiva moral o la autorregulación.
El mundo de los valores
Componentes esenciales
de la personalidad moral, ya que dan una cierta unidad a la manera de sentir,
pensar y actuar del sujeto. ¿Cómo influyen los valores en la personalidad?
Permiten juzgar la realidad y orientan la conducta. Son normas de comportamiento, al fin y al cabo.
Hábitos y virtudes
La virtud es la
disposición individual, estable y uniforme que conduce a los humanos a querer
hacer el bien, a comportarse de una manera correcta, desde el punto de vista
moral. Las virtudes no pueden entenderse al margen de los valores, porque son
su apropiación. Los valores se cristalizan en la personalidad moral en forma de
virtudes. También hay que ver la virtud como fuerza, como fortaleza moral, como
poder, que permite hacer al ser humano aquello que tiene que hacer y superar
obstáculos. Si las virtudes no tuvieran esta fuerza moral, quedarían reducidas
a unos simples hábitos.
Apertura al sentido
¿Por qué existo? Y,
¿para qué existo? Dimensión antropológica. Trascender en tu existencia,
dotándola de sentido y significado. El ser humano debe ser activo e
interrogante, buscando respuestas constantemente.
¿Ya trabajamos con
nosotr@s mism@s, con nuestr@s hij@s cada una de estas dimensiones? Luego,
queremos un mundo mejor… ¿por arte de magia?
Creo que es fundamental educar moralmente a nuestros hijos. Para mi la empatía es indispensables, sobretodo en un mundo donde el egoísmo abunda.
ResponderEliminarNo es justo quejarnos del mundo y no poner nuestro grano de arena para cambiarlo... mediante la educación.
Un post muy interesante...como siempre!
Dime de todo por contestarte ahora, después de más de un año, se me pasóoooo! Veo indispensable educación moral en la escuela, y no acaba de cuajar en la escuela siempre por rollos religiosos o políticos. Muchas gracias Vanesa por pasarte y comentar. Un fuerte abrazo y discúlpame de nuevo. Muakas! 😘
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